De lo que no tenemos ninguna duda es que la inteligencia artificial va a cambiar la forma de trabajar del abogado, pero no mucho más de lo que en su día nos la cambió internet. Si echamos la vista atrás, nos acordamos de cuando para consultar la jurisprudencia recurríamos a los libros de “Aranzadi”, cómo remitíamos cartas en papel, o incluso cómo enviábamos escritos por fax.
Todo esto quedó atrás casi sin que nos diéramos cuenta. Con la inteligencia artificial estamos ante una herramienta que nos facilitará el trabajo y con la que ganaremos tiempo, que podremos destinar a profundizar en el estudio de un tema, reuniones con clientes, etc.
Nuestra percepción de la forma de trabajar cambiará por completo, como también cambiará en el ciudadano, generando confianza en su abogado; por lo tanto, lo primero que debemos hacer es perder el miedo al uso de la tecnología que ya forma parte de nosotros.
La inteligencia artificial no viene a sustituir al abogado, sino a asistirlo, porque nos dará una idea sobre la forma de abordar un problema, pero no nos olvidemos de que somos nosotros los encargados de desarrollarla, y para ello tendremos que estudiar la situación a la que nos enfrentamos, por lo que el estudio y la formación continuarán siendo primordiales.